EDITORIAL
¡A los trabajadores balas y no abrazos ¡
1982 marca el año en que la política neoliberal se asentó como proyecto de gobierno en México. Los ejes centrales de su existencia son la precarización del trabajo –conocido como tope salarial y recorte de personal-, bajo el falso supuesto de que la libertad salarial genera dos efectos que perjudican la economía: la inflación y la no inversión del capital.
Esta idea la martillaron en las cabezas de obreros los empresarios y el gobierno hasta “naturalizarla” en amplios grupos sociales, y convertirse en instrumento de coacción contra los asalariados por parte de la opinión publica –televisión, radio, medios impresos, libros, es decir, los empresarios- desfavorable a las luchas por derechos laborales y salarial.
Para enfrentar esa política, en aquel tiempo, las organizaciones sociales y el movimiento urbano popular se agruparon en el Frente Nacional de Defensa del Salario y Contra la Austeridad y la Carestía. El gobierno dirigió entonces su ofensiva contra los principales sindicatos independientes, trinchera desde donde se resistía, y logró su propósito: reventar el Frente de lucha. A partir de entonces, ya no ha existido otro intento importante de unidad de las luchas popular y sindical.
Se diezmó la fuerza proletaria, los sindicatos más combativos que lograron evadir la ofensiva estatal de desaparecerlos o charrificarlos, se replegaron, bajaron banderas, y finalmente, quedaron al igual que el movimiento urbano popular y campesino, divididos y vacíos de imaginación y proyectos.
Ante esa desarticulación, propósito de la política neoliberal, la resistencia social se trasladó al campo político electoral, fue así como, con el afán de recuperar el camino perdido, los precaristas votaron en 2018 en la elección constitucional por la opción que aparecía ante el electorado como alternativa popular: triunfa AMLO y su partido el MORENA.
A pesar de tantas expectativas, casi nada ha cambiado en el campo popular, y muy poco en el gubernamental. La política sigue siendo neoliberal pero ahora con algunos programas sociales universales, como el programa Becas Benito Juárez y el apoyo para adulto mayores, ambos buscan evitar sorpresas “colaterales” por tanta ortodoxia económica, representada por el programa de austeridad republicana. La política de diezmar las trincheras proletarias continua, ahora a baja intensidad, pero sigue presente.
Durante el actual gobierno, hemos visto derrotas de sindicatos universitarios (SITUAM, STAUACH), luchas enconadas de los trabajadores para que se haga oír la justicia laboral y se aplique firmemente las reformas laborales en las elecciones sindicales. De ejemplo tenemos el proceso de elección de la dirigencia del SUTUC que estuvo lleno de anomalías y sin un supervisor de la secretaria del trabajo para verificar y sancionar el proceso; otro caso es el de las y los trabajadores de la agencia de noticias Notimex, que llevan 600 días de huelga sin que el gobierno federal acate la resolución del tribunal laboral a favor de los trabajadores y su sindicato.
Está también las acciones abiertamente violentas contra trabajadores de la refinería de PEMEX; el gobierno actual se olvidó del lema que, según ellos, los hace diferente a los gobiernos anteriores: “abrazos no balazos”. Un gobierno que se autocalifica de popular, sigue haciendo uso, para el control de la sociedad civil y en particular de los precaristas, del charrismo sindical, de la corrupción y la mentira, al igual que los gobiernos que los antecedieron.
La represión que sufrieron hace días los trabajadores de las empresas ICA-FLOUR encargada de la construcción de la refinería de PEMEX, en Paraíso, Tabasco es un claro ejemplo de la política represiva contra los trabajadores y de las mentiras que desde el poder se construyen. Todo el montaje fue para impedir el paro o romperlo y acusar a los trabajadores de estar manipulados por líderes sindicales, pues a decir de los voceros patronales, o sea, los funcionarios públicos, la refinería es un espacio inmaculado; respetuoso de la ley laboral.
Para impedir que los supuestos 10 inconformes, según número que maneja la secretaria de Energía, Roció Nahle, para evitar que estos entraran a las instalaciones de la refinería, desplazaron al lugar agentes de la Secretaria de Seguridad y Protección Civil estatal, miembros de la Guardia Nacional y elementos de la Marina. ¡Vaya fuerza desmedida para controlar a tampocos ¡
Gracias a las grabaciones que circularon es conocido el número de trabajadores que participaba en el paro, y también queda constancia que los tiros salieron de las fuerzas oficiales y los heridos entre los protestantes. Se usaron balas de goma y gases lacrimógenos para desalojar a los supuestos 10 inconformes. Habría que enseñarle a contar a la titular de la dependencia de energía. Fueron muchos los protestantes y de ellos no salió la agresión. La responsable de los asuntos laborales del gobierno federal, Luisa María Alcalde Luján, hasta el momento guarda un silencio obligado ante la embestida de la funcionaria Nahle y del titular del ejecutivo federal, quienes de inmediato salieron en defensa de las empresas y minimizaron el conflicto. Ni siquiera fueron capaces de respetar las formas. Como autoritarios que son, una protesta en defensa de los derechos laborales los hace temblar.
Por lo excesivo del uso de la fuerza -presencia de las fuerzas armadas, Guardia Nacional, y grupos antimotines- se da muestra de la intolerancia gubernamental, federal y estatal, y de ello deja también constancia la funcionaria de Energía al minimizar la protesta y exaltando al Estado por arriba de los derechos constitucionales de los trabajadores, quienes únicamente solicitaban el pago de horas extras, jornada de 8 horas, dotación de uniforme, apoyo de transporte y no cobro de cuotas sindicales.
Esta última demanda, el no cobro de cuotas sindicales, deja al descubierto aquellos sumisos al poder Morenista, que con tal de deslegitimar la lucha de los trabajadores califican el paro laboral como un conflicto intersindical, y justifican con ello los abusos patronales de violación de los derechos laborales, en la refinería de Paraíso, Tabasco.
Bloque Popular protesta por el uso desmedido de la fuerza, y por violación a los derechos laborales a los trabajadores de la construcción de la refinería de Paraíso, Tabasco.