Un día después la lucha continúa.
José Martínez Cruz.
Los tiempos políticos no siempre coinciden con las necesidades sociales. Hablemos de tortillas antes que de elecciones, decía una persona en la cola de la tortillería al ver los nuevos precios del alimento primario para la dieta cotidiana. Elecciones sin alternativa, con ausencia de una perspectiva de izquierda socialista, fueron los dos artículos de camaradas que compartimos unos días antes de que se efectuaran las llamadas más importantes de la historia, aunque en realidad son grandes por la cantidad de puestos en disputa, pero no por su trascendencia histórica. Ya veremos los resultados concretos en cuanto a la correlación de fuerzas entre quienes apostaron todo a obtener un pedacito de poder, aún a costa de abandonar toda referencia programática, por no decir abandono de principios éticos en el quehacer político. Podemos decir, sin embargo, que en la medida en que no hay proyectos alternativos, sino que en gran parte coinciden en mantener y fortalecer el sistema de dominación y sostener el mismo régimen político heredado por gobierno anteriores, no hay ruptura posible desde arriba, sin una verdadera irrupción de las masas en la construcción de sus propios destinos. Un día después de las elecciones, la lucha continúa. Y los caminos de las luchas siguen trayectorias divergentes a las que plantean desde las alturas del poder, anclado en discursos que no reflejan la realidad. Un poder político que se pervierte en la medida en que se aleja de las necesidades reales de la mayoría de la población.
En su artículo sobre la ausencia de izquierda socialista y la necesidad de construir una alternativa de clase, el camarada Andrés Lund coloca un epígrafe para mostrar los retos de construir un mundo diferente: «Hay un cuadro de Paul Klee llamado Angelus Novus. En este cuadro se representa a un ángel que parece a punto de alejarse de algo a lo que mira fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, tiene la boca abierta y además las alas desplegadas. Pues este aspecto deberá tener el ángel de la historia. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona incansablemente ruina tras ruina y se las va arrojando a los pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, una tempestad se enreda en sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. Esta tempestad lo empuja incontenible hacia el futuro, al cual vuelve la espalda mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad.» -Walter Benjamin.
Los anhelos de cambio a través de los procesos electorales chocan con las fuerzas dominantes que buscan imponer su lógica de un llamado progreso que se reduce a mantener los privilegios de unos cuantos. “Sin embargo, las verdaderas transformaciones sociales implican la irrupción de las masas intentando tomar con sus manos su destino, disputando el poder político y haciendo rápidos cambios en el régimen.” Y eso implica transformar las bases materiales de este sistema de dominación político: “La base material de este gobierno sigue siendo una economía centrada en la extracción masiva de recursos naturales (petróleo, metales, monocultivos) para su exportación, dependiente de la inversión extranjera, de normas comerciales impuestas, de políticas económicas delimitadas por acuerdos e instituciones financieras al servicio de los grandes capitales internacionales.” En esta fase, la izquierda socialista, presionada por un gobierno progresista enfrentado al régimen neoliberal y a la derecha que ya es ultraderecha, debe mantener su independencia política del gobierno y resistirse a diluirse en un partido como Morena, donde no hay vida democrática ni consistencia ideológica y política.
Su perspectiva política debe ser la construcción de un polo de izquierda, independiente del gobierno y de su partido, que agrupe organizaciones políticas y movimientos sociales para unificar demandas y luchas, sembrando así la necesidad de tener una organización política que verdaderamente represente al pueblo y a los trabajadores, que se ligue estrechamente a los movimientos con potencialidades revolucionarias (el de los trabajadores, el feminista, el de las luchas ecosociales), que organice a los desorganizados, que herede la utopía ecosocialista entre los jóvenes, que reactive una lucha hegemónica en todos los planos de la vida social.
Una vez que se den a conocer los números de las elecciones debemos hacer un balance de los resultados, pero es claro que hoy más que nunca se requiere reforzar la lucha independiente de la clase trabajadora y del pueblo explotado para defender sus más elementales derechos humanos y preparar el camino de la emancipación.